Colección: Françoise BONGARD

Los paisajes de Françoise Bongard irradian una visión serena del mundo.
En todas partes predomina el silencio.

La naturaleza impone su plenitud y nos devuelve a nuestras propias emociones vividas, a nuestros recuerdos de contemplación.

Los fuegos moribundos del atardecer alientan el retraimiento, la calma interior. Ante ciertos incendios y los matices del final del día, emana una melancolía que hace resonar el eco misterioso de nuestros pensamientos.

Encarnan tanto nuestros estados mentales como la realidad de la magnificencia de nuestra Tierra.

En nuestra época, donde el hombre a menudo descuida y pisotea la naturaleza, estos paisajes nos recuerdan que esta belleza es frágil y preciosa. Este patrimonio es nuestro tesoro y nuestra responsabilidad.

La técnica del óleo y el “sfumato” confiere a los paisajes una atmósfera de misterio. La luz se concentra en unos pocos toques precisos, dejando que la sombra florezca en su territorio. Las nieblas envuelven los cerros y los árboles, dejando una hermosa vista del horizonte. A veces, nubes atormentadas cruzan el lienzo de un solo soplo en tonos grises, a veces explosiones de naranja calientan todo el lienzo. A veces el cielo se pliega hacia atrás dando protagonismo al paisaje, o estira su espacio casi haciendo desaparecer la extensión de colinas y árboles.

Las pinturas de Françoise Bongard respiran un aire límpido, como si el hombre aún no hubiera puesto un pie en estos campos y bosques, que extienden sus dominios hacia el infinito.

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Francoise BONGARD

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